martes, enero 20

Desesperarse.

Y sentir el dolor,
finalmente de felicidad.
Y cuando escucho ese sintetizador melancólico,
no me dan ganas de decir poesía,
solo quiero que mi cuerpo se llene de baile,
y que mis manos vuelen como cometas,
como si estuvieran totalmente drogadas,
teniendo el control absoluto de mi mente radioactiva.

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